Liturgia Diária 30/05/2018 – 8º Semana del Tiempo Común – Miércoles

Evangelio (Marcos 10:32-45)

Evangelio (Marcos 10:32-45)

— El Señor esté con vosotros.

— Él esta en nuestro medio.

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Marcos. 

— Gloria a Ti, Señor.

32 Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: 33 «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, 34 y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.» 35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» 36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» 37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» 39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» 41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. 43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, 45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

— Palabra de la Salvación.

— Gloria a Ti, Señor.

Homilia

Encaremos a vida com a leveza de que podemos dar o melhor de nós sem precisarmos ser melhores ou mais importantes do que o outro

“Mas, entre vós, não deve ser assim: quem quiser ser grande seja vosso servo; e quem quiser ser o primeiro seja o escravo de todos. Porque o Filho do Homem não veio para ser servido, mas para servir e dar a sua vida como resgate para muitos” (Mc 10,43-45).

A vida humana não pode ser movida pelas pretensões de grandeza e superioridade humana. O coração se eleva, enche-se de orgulho, arrogância e pretensões desmedidas.

Estamos nos medindo pelos outros: quando estamos melhor que o outro, quando podemos mais que o outro, sentimo-nos bem. Quando somos rebaixados ou igualados, nosso coração começa a entrar em confusão, um certo desânimo, e algo negativo acontece dentro de nós. Esse é o parâmetro errado da vida. Se criarmos um parâmetro para a nossa existência, para a nossa vida, a partir da vida do outro, viveremos em constante desgaste emocional.

Quando as nossas emoções estão desgastadas, quando as nossas emoções estão vivendo cada vez mais aquela onda do que o outro pensa, acha, vê, do que temos e o outro não tem, a vida humana se empobrece demais, o nosso espírito desfalece, esgota-se e desgosta-se, perde o gosto e o sabor de viver.

Tornemos a nossa vida leve, encaremos a vida com a leveza necessária, na certeza de que podemos dar o melhor de nós sem precisar ser melhor ou mais importante do que o outro. O segredo da vida em Deus é a leveza e a suavidade. “O meu fardo é suave”, diz Jesus. O que torna o nosso fardo doloroso e pesado é o peso excessivo que damos às coisas, às preocupações e aos excessos de comparações, seja lá com quem for.

Sejamos leves e deixemos que a leveza do Espírito conduza a nossa forma de viver.

Deus abençoe você!